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La clave: vuelve el peronismo, se apaga el kirchnerismo
Mendoza, con la oreja parada ¿Y qué significa todo esto para Mendoza? Que el peronismo mendocino puede empezar a sacarse de encima el lastre del kirchnerismo local, ese que comandó Anabel Fernández Sagasti de la mano de Cristina y que tantas derrotas acumuló.
9/12/20252 min read


👉 La derrota de Milei en Buenos Aires fue mucho más que una elección: fue un trompazo que cambió las palabras de la política argentina.
Ya nadie habla de “kirchnerismo”. La palabra que se repite en la calle, en la tele y en los cafés es “peronismo”. Y ese cambio no es casualidad. Es la prueba de que Cristina Kirchner quedó afuera del centro de la escena y que Axel Kicillof, con su triunfo aplastante en las legislativas bonaerenses —¡14 puntos arriba de La Libertad Avanza!— reposicionó al movimiento con un envase más republicano y moderado.
Hasta Página 12, diario identificado históricamente con Cristina, tituló sin vueltas: “Milei perdió el plebiscito: ganó el peronismo”. Y viejos popes como Carlos Ruckauf o Julio Bárbaro lo dijeron sin filtro: “La gran derrotada fue Cristina”.
El cachetazo al mileísmo
Lo que pasó el 7 de septiembre fue un sacudón histórico. Milei y Karina, ese extraño dúo de poder que maneja la Casa Rosada, recibieron un trompadón político que los dejó tambaleando. En la calle, la frase que más se escucha es brutal: “No llego al 20 de cada mes”. Ese fue el voto castigo: la bronca por los sueldos licuados, las jubilaciones recortadas y los tarifazos.
El “León” perdió contra el aparato peronista bonaerense. Y en política argentina, cuando el peronismo se ordena, suele arrasar. Milei, que se la pasa hablando de “casta”, no entendió que el verdadero animal político del país se llama aparato peronista.
Cristina afuera del ring
Mientras Milei paga la cuenta de su anarcocapitalismo extremo, Cristina y Máximo quedan en la lona. La ex presidenta ya no marca la agenda y su hijo apenas conserva la banca que le regaló su apellido. El kirchnerismo duro se desdibuja.
La foto del domingo fue clara: un peronismo más moderado, más cerca del centro, y sin la sombra de Cristina. En ese escenario, Kicillof se planta como líder de un nuevo ciclo. Un político que, pese a las manchas de su paso por Economía (YPF, dólar cepo, default), no carga con causas de corrupción y se animó a decirle “no” a la mismísima Cristina.
Mendoza, con la oreja parada
¿Y qué significa todo esto para Mendoza? Que el peronismo mendocino puede empezar a sacarse de encima el lastre del kirchnerismo local, ese que comandó Anabel Fernández Sagasti de la mano de Cristina y que tantas derrotas acumuló.
En otras palabras: si en Buenos Aires ya se habla de peronismo y no de kirchnerismo, en Mendoza esa ola puede darle aire a un PJ que venía de capa caída.